Autora: Carmen Galán Benítez / Testimonio

¿Quién roba la esperanza?


Quien llega a Juárez anduvo llanos y cruzó montañas, zanjó ríos y luego vio luces en el camino, atrayentes destellos invitando a pasar. Promesas e ilusiones, también espejismos.
No es una sorpresa: vimos crecer Ciudad Juárez bajo patrones utilitarios sirviendo a despreciables intereses. Y nunca fue paraíso, pero fue esperanza, eso sí. La gente emigró y ahí trabajó para construirse una vida sin saber que sólo forjaba el porvenir de unas cuantas familias que se han enriquecido con el sudor de la esperanza.
No es una sorpresa. Es el modelo económico que cínicamente nos han ofrecido los mafiosos gobernantes que venden el país. No, no es sorpresa, Juárez está en todos los pueblos y ciudades gobernados con irresponsabilidad, ignorancia, codicia y explotación. Juárez está en cada esquina donde podrían perder absurdamente la vida nuestros hijos. Juárez está en el inmenso dolor de la pérdida. Y lo que hemos perdido es mucho.
¿Quién roba la esperanza? ¿quién roba la voz?
Ciudad Juárez no sólo es oscuridad. Más allá de la industria maquiladora y el narcotráfico, por sus calles ha corrido también una riqueza más colectiva: la humana. Se fundó la Universidad en los 70, en los 80 se creó un espacio de reflexión a través de la Escuela de Sociología. Periodistas y poetas pidieron en voz alta la conservación de centros culturales en los 90; crecieron barrios con redes solidarias, hay ahí gente de todo el país. Hubo y hay librerías y cafés, pintores, actores y músicos.
Y no es cierto - escucha bien Felipe Calderón- que todos somos culpables de lo que ahora sucede, a menos que sea pecado incluso vivir. Son culpables - y los conoces bien, comen en tu mesa- quienes se han enriquecido con un modelo económico que desgasta a la sociedad, y son culpables -asúmelo- quienes han traído armas al país y las han puesto en manos de jóvenes que perdieron el futuro o de mercenarios, uniformados o no, armas que entran de contrabando o a través del Plan Mérida.
Las armas son para la guerra. Es la guerra la apuesta de nuestros actuales gobernantes. Y la guerra es un buen negocio, por cierto.
El tratado de Libre Comercio fue el tiro de gracia para el campo mexicano y para buena parte de la industria. Lanzó a hombres y mujeres a las garras de los hampones. El Fobaproa y otros cinismos han empobrecido a la comunidad. Ciudad Juárez, su descomposición y desgarre, es el destino de nuestros pueblos y ciudades bajo este esquema.
Juárez, su tragedia, su quebranto, su dolor, su rabia, está en cada esquina de un país que nos arrebatan mientras intentan convencernos de que somos idiotas.
Basta ya del discurso de buenos y malos, de “la nación” contra el crimen.
Cuando en los años 70 se creó desde el poder aquella banda organizada que fue la Dirección Federal de Seguridad, la sociedad cerró los ojos frente al secuestro, desaparición, muerte y tortura de estudiantes, campesinos o periodistas disidentes. Esa banda (asociación de comandantes y esbirros) creció, y ahora no distingue.
Pero algo está claro: no vamos a permitir que les roben la vida, la libertad y el futuro a nuestras hijas, a nuestros hijos. El mundo que esta grotesca clase gobernante y empresarial ha estructurado para su conveniencia es horrible. Que se vayan de una vez. Esto es un asunto de poder, dejemos de otorgárselo.
Ciudad de México, 13 de marzo, 2010.


Carmen Galán Benítez
Escritora nacida en la Ciudad de México, pero vivió muchos años en Ciudad Juárez. En su novela Tierra Marchita (2002) toca el tema de los feminicidios.