Luz rota
justo cuando el sol toca los techos de las maquilas
y se derrama en las sucias ventanas de la fábrica
a donde mi bebé huyó para trabajar para los pendejos.
Luz del sol como sangre.
Como su sangre
que no puedo dejar de ver siempre que cierro mis ojos.
Fluye de sus labios,
de sus muñecas,
de entre sus piernas abiertas a la fuerza.
La sangre fluye en el silencioso desierto,
no nutre nada.
en alguna parte entre mi pueblo y San Luis Potosí
y esta tierra fronteriza de niñas fantasmas que gritan,
este infierno que deshace y mastica y se traga a nuestras hijas,
que se tragó a mi niña,
mi Lucía,
luz del corazón roto de su padre.
Luz rota.
Cuerpo roto como una piñata.
Como una botella de vidrio.
Como la yema de un huevo.
No es posible que alguien pueda esperar que una madre
identifique el cuerpo de su hija.
Ayer recibí el mensaje
mientras arrancaba las espinas de una canasta de nopales.
El nopal es bueno para la diabetes,
que creo tener.
Como si eso importara ahora.
Devolví la llamada
desde la oficina de teléfonos junto al parque.
Me previnieron:
mutilación;
descomposición parcial;
angustia esculpida en su rostro muerto.
yo me subo al autobús y me imagino su desmoronamiento.
Su larga cabellera arrancada y cortada.
Un pezón arrancado de una mordida.
Quemaduras de cigarro en su cuello y párpados.
Un hombre gruñendo como puerco.
Dos más riéndose.
Quizás, uno más, que se aleja
y vomita en la noche de Sonora.
cuando desciendo del autobús.
Mis rodillas se doblan y me tropiezo.
Rápidamente, recupero mi equilibrio,
restablezco mi dignidad,
suavizo mis largas trenzas
que de pronto han sido disparadas con plata
en las semanas desde que Lucía desapareció.
Acomodo mi maletín sobre un seno
y por centésima vez desdoblo
la hoja de papel cuadriculado
con las instrucciones para llegar a la morgue.
Duérmete mi sol.
Duérmete pedazo
de mi corazón.
Mirabai Starr
Versión al español: Pilar Rodríguez Aranda
Broken Light
just as the sun touches the tops of the maquilas
and spills into the filthy factory windows
where my baby ran away to work for the pendejos.
Sunlight like blood.
Like her blood
which I can't stop seeing whenever I close my eyes.
Flowing from her lips,
her wrists,
from between her torn apart legs.
Blood flowing into the silent desert,
nourishing nothing.
somewhere between mi pueblo in San Luis Potosi
and this borderland of screaming ghost girls,
this infierno that tears and chews and gulps our daughters,
that swallowed my girl,
mi Lucia,
light of her father's broken heart.
Broken light.
Body broken like a pinata.
Like a glass bottle.
Like the yolk of an egg.
No one could possibly expect a mother
to identify the body of her child.
I got the message yesterday
as I was plucking the needles from a basket of nopal.
Nopal is good for the diabetes,
which I think I have.
As if it mattered now.
I returned their call
from the telephone office next to the parque.
They warned me:
mutilation;
partial decomposition;
anguish carved into her dead face.
I board the bus and imagine her unraveling.
Her long hair yanked and severed.
A nipple bitten off.
Cigarette burns on her neck and eyelids.
A man grunting like a cochino.
Two others laughing.
One more turns away, maybe,
and pukes in the Sonoran night.
when I climb down from the bus.
My knees buckle and I stumble.
Swiftly, I regain my balance,
restore my dignity,
smooth my long braids
which have been suddenly shot with silver
in the weeks since Lucia disappeared.
I shift my satchel across one breast
and unfold for the hundredth time
the sheet of graph paper
with directions to the city morgue.
Duermete mi sol.
Duermete pedazo
de mi corazon.
www.mirabaistarr.com
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